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martes, 1 de octubre de 2013

Dios Quiere Prosperarte- LAS FINANZAS Y LA IGLESIA (IV) - LECCIÓN 12



Durante treinta y tres años el Verbo de Dios puso su tabernáculo entre nosotros. Así como en el tabernáculo del Antiguo Testamento hubo abundancia y en el templo de Salomón hubo abundancia; también en el ministerio de Jesús la hubo.

Él se fue al cielo. Antes de irse Él hablo una vez más de construcción. No en vano era carpintero. Él dijo YO EDIFICARÉ MI IGLESIA. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y cada creyente es la habitación del Espíritu Santo.


Hoy se necesitan mayores recursos y tesoros más grandes que los requeridos por el tabernáculo, el templo y el ministerio de Jesús. No se trata ahora de construir un edificio lujoso o mantener ochenta y dos predicadores.

La obra que se nos ha encomendado es IR a las naciones, Predicar a TODA criatura.

Se necesitan imprentas gigantescas que están produciendo Biblias en más de 2000 idiomas diferentes, se ocupan ejércitos de traductores, de misioneros, cientos de miles de pastores y evangelistas.

Hay que establecer escuelas y hospitales, operar estaciones de radio y televisión, hay que lanzar satélites al espacio para transmitir el Evangelio a los países donde no permiten la entrada de obreros cristianos.

Hay que comprar terrenos y vehículos, hay que edificar lugares de reunión. Hay que grabar CDs con música cristiana, hay que equipar oficinas, comprar toneladas de papelería.

Se requieren instrumentos musicales, bancas y materiales de enseñanza para niños y adultos. Se necesitan orfanatos y comedores, hay que pagar espacios en la prensa y la radio seculares: la lista es casi infinita.

La mente No renovada se desanima ante la enormidad y el costo de la empresa.

La mente renovada se alegra. Sabe que Dios nunca nos dará una tarea tan grande sin darnos los recursos espirituales y materiales para llevarla a cabo.

Somos los banqueros de Dios. Con nuestro trabajo, nuestra profesión o nuestros negocios estamos extrayendo dinero del mundo para extender el Reino de Dios.

Estamos despojando a Egipto. Quizá su jefe, su socio o su cliente son ateos, o indiferentes o satanistas. Pero cada vez que recibimos de ellos un cheque, un billete o una moneda; y lo invertimos en la extensión del Evangelio, estamos logrando que Satanás pague para su propia destrucción.

Él NO puede evitarlo. Es el sistema de Dios. Funcionó para Israel en el Antiguo Testamento. Funcionó para Jesús en el Nuevo Testamento. Funciona para nosotros cada día.

La iglesia de Jesús es el negocio de Dios. Es la empresa más grande que hay en este planeta. Es la única en que realmente vale la pena invertir.

Todos los bancos quebrarán y las grandes empresas transnacionales desaparecerán algún día, pero la Iglesia es eterna: El Señor la está edificando y las puertas del Hades nada pueden hacer para detenerla.

Por eso Jesús dijo HACEOS TESOROS EN EL CIELO, DONDE LA POLILLA NI EL ORÍN CORROMPEN, DONDE LADRONES NO MINAN NI HURTAN (Mateo 6:20)

Cuando los cristianos entiendan que ellos son los administradores del dinero de Dios, y que la prioridad de Él es la extensión del Evangelio por todas las naciones, entonces se cumplirá nuevamente lo relatado en Éxodo 36:5 EL PUEBLO TRA E MUCHO MÁS DE LO QUE SE NECESITA PARA LA OBRA QUE JEHOVÁ HA MANDADO QUE SE HAGA.

Alabado sea Dios! El Señor ha mandado que alcancemos al mundo entero con la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús. Esa es la obra que Él nos ha enviado a hacer. Y antes de que Cristo regrese a la tierra debemos de haberla cumplido (Mateo 24:14)

Eso quiere decir que en los tiempos finales veremos un mover poderoso del Espíritu Santo desatando la generosidad del pueblo de Dios.

Aquellos ministerios e iglesias que han sido fieles aún cuando tenían poco, que han sembrado en épocas de escasez y que han mantenido una visión grande y amplia, se convertirán en banqueros de Dios.

Recursos van a llegar de las fuentes más inesperadas, porque Dios nunca ha dado a Su pueblo una visión sin proveer los medios para llevarla a cabo.

Satanás ha usurpado lo que no le pertenece. Jesús lo venció y despojó en la cruz del Calvario.
Unos cuantos cristianos con mentes sin renovar siguen creyendo que la riqueza es mala, que la prosperidad los va a volver carnales.

Satanás se deleita con esta clase de teología porque mientras Usted no renueve su mente él lo va a mantener a Usted, su familia, su ministerio y su iglesia luchando por sobrevivir, sin poder planear ni hacer nada más grande y glorioso para la obra de Dios.

No se una al coro de los perdedores. El oro, la plata y los bienes de esta tierra tienen dueño, y no es Satanás.

Escuche lo que dice el libro de Apocalipsis, capítulo 5:11-12. Allí leemos que los ángeles alrededor del trono, los seres vivientes, los ancianos y millones de millones de voces gritaban a gran voz: EL CORDERO QUE FUE INMOLADO ES DIGNO DE TOMAR EL PODER Y LAS RIQUEZAS.

Es a ese el coro al que Usted debe sumar su voz.

Es posible ser pobre y orgulloso. Se puede ser pobre y vivir carnalmente. Se puede ser miserable y ser un pecador empedernido.

Lo que NO se puede es ser pobre y manejar un canal de televisión cristiana. Lo que no se puede es ser pobre e imprimir un millón de Biblias para bendecir a las naciones.

Lo que resulta imposible es vivir arruinado y viajar al África o a Groenlandia para predicar el Evangelio.

Las riquezas pertenecen al Cordero. El no las ocupa allá en el cielo. Allí tiene más que suficiente. Entonces Él quiere canalizarlas hasta sus hijos acá en la tierra.

Renovemos nuestra mente con la verdad. Practiquemos las leyes de la prosperidad y Egipto será despojado para llenar nuestros graneros y los de la Iglesia.



 Por Pacto Nuevo


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