Texto Bíblico:
Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera
demonios; hablarán nuevas lenguas, tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera no les hará daño, sobre los enfermos pondrán las manos
y sanarán Marcos 16:17-18.
¿Cuál es
el significado de las palabras que dijo
el Señor Jesús: en mi nombre? ¿Las colocamos hoy en acción?
En su
ministerio terrenal el Señor Jesús enfatizó que las obras que él realizaba, le habían
sido encomendadas por el Padre. Mas yo tengo
mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que
cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me
ha enviado. Juan 5:36.
Es así
que encontramos una delegación de trabajo de parte de Dios Padre a su Hijo.
Cuando el Señor Jesús predicaba, enseñaba y sanaba lo hacía en nombre del
Padre, en lugar del Padre. Os lo he dicho y
no creéis, las obras que yo hago en nombre de mi padre, ellas dan testimonio de
mí. Juan l0:25.
Ahora
bien; encontramos que el trabajo que el Señor Jesús recibió del Padre, luego lo
transfirió a su Iglesia; él recibió la misión de ser luz en medio del mundo: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12.
Es así
que le transfiere ese trabajo a su Iglesia: Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Mateo 5:14.
Así como
él actuó en nombre de su Padre, ahora envía a sus discípulos para que también
lo hagan en su nombre. Así como el fue Luz del mundo, ahora dice que su Iglesia
también lo sea; así como el vino para sanar a los enfermos, ahora nos envía a
realizar la misma tarea. Y yendo predicad,
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad
muertos, echad fuera demonios, de gracia recibisteis dad de gracia. Mateo 10:8.
Cuando
los discípulos regresaron, dijeron al Señor, aún
los demonios se nos sujetan en tu nombre. Lucas 10:17.
Es decir
los discípulos, fueron enviados, para que hicieran el mismo trabajo del Señor
Jesús, así entonces tenemos que la frase “en mi nombre” significa hacer un trabajo por encomienda de alguien,
realizar una labor en lugar de quien nos envió, en este caso el Señor Jesús.
Ahora;
cuando observamos el ministerio de Jesús, notamos que tenía periodos de
oración:
En aquellos días él fue al monte y pasó la noche orando a Dios. Lucas
6:12.
Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. Marcos 6:46.
Y luego
iba y ordenaba de acuerdo a las circunstancias:
Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre
lleno de lepra, el cual viendo a Jesús se postró con el rostro en tierra y le
rogó diciendo: Señor si quieres puedes limpiarme.
Entonces extendiendo él la mano le tocó diciendo: Quiero, sé limpio. Y
al instante la lepra se fue de él. Lucas 5:12-13.
Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo:
Si quieres puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó diciendo: Quiero,
sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Mateo 8:2-3.
En el
Señor Jesús se cumplió a cabalidad la promesa: Mas
tú cuando ores entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Mateo 6:6.
Los
apóstoles vieron la manera como el Señor actuaba y cuando les llegó el momento
de predicar pusieron en acción lo que habían visto hacer al Señor Jesús. Ordenar.
Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta
la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Este cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les rogaba
que le diesen limosna. Pedro con Juan fijando en él los ojos, le dijo: Míranos
Entonces él estuvo atento esperando recibir de ellos algo.
Más Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy, en el
nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano
derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y
saltando se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando y
saltando y alabando a Dios. Hechos 3: 1-8.
En otro
ejemplo leemos: Aconteció que mientras íbamos
a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de
adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta siguiendo
a Pablo y a nosotros, daba voces diciendo: Estos hombres son siervos del Dios
Altísimo quienes os anuncian el camino de salvación.
Y esto lo hacía por muchos días, mas desagradando a Pablo, este se
volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de
ella. Y salió en aquella misma hora. Hechos 16:16-18.
Observamos
que en ninguna de las dos oportunidades ni Pedro ni Pablo oraron, sino dieron
la Palabra.
Al mirar
estos ejemplos nos surge una pregunta ¿Cuándo se debe orar y cuando
ordenar?
La
respuesta está ligada a la misión que el Señor encomendó a su Iglesia.
Oramos pidiendo
en el nombre de Jesús lo que no tenemos; ordenamos en el nombre de Jesús para
poner en acción el poder que ya tenemos.
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Pedro
dijo al cojo, de lo que tengo te doy; Pedro sabía que tenía poder y autoridad
delegadas por el Señor Jesús, por lo tanto ese no era momento para orar sino
para ordenar que la enfermedad huyera.
Uno de
los problemas de la Iglesia hoy, es que no somos conscientes de lo que ya
tenemos, no creemos lo que somos en Cristo Jesús.
Jesús
enseñó: Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar y no dudare en
su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
Marcos 11:23.
En este
versículo Jesús utiliza la palabra “eipon”
que traduce el ordenar, mandar; así entonces el texto lo podemos leer:
Cualquiera que ordenare a este monte.
Cuando
Jesús hizo la delegación de trabajo, significó que la tarea que él estaba
haciendo, ahora se iba a multiplicar, pues cada creyente ahora tenía la
autoridad para seguir realizándola. Por lo tanto es asunto de creer y actuar de
acuerdo a las circunstancias.
Aclaramos
el concepto por medio de un ejemplo:
Una
persona crea una empresa para vender arepas de queso; él al comienzo va y vende
el producto por las calles, pero ahora quiere ampliar el negocio y consigue
empleados para que ahora realicen la labor de vender.
Les
explica cómo hacerlo; a cada uno le da su provisión de arepas y les envía a
vender. Supongamos que uno de los vendedores, ofrece el producto y cuando una
persona pide una arepa, entonces llama al dueño y le dice: Jefe una persona
quiere una arepa, por favor venga y se la entrega.
La
respuesta que recibiría del patrón sería: Pero si para eso lo contraté, para
que venda las arepas de queso. ¿Cómo es posible que pretenda que yo vaya y haga
la tarea que le mandé?
¿Qué es
lo que le corresponde hacer al empleado? Pues meter la mano al canasto y sacar
la arepita y darla a quien la pide; si no hace eso es un empleado negligente.
Pablo fue
una persona que comprendió la tarea que el Señor le había encomendado y actuaba
con poder y autoridad. Y cierto hombre de
Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies cojo de nacimiento, que jamás
había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual fijando en él los ojos y viendo
que tenía fe para ser sanado dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies.
Y él saltó y anduvo. Hechos 14:8-10.
Cuando
el apóstol vio que esta persona, cumplía con los requisitos para ser sano,
simplemente ordenó, dio la palabra y el milagro ocurrió.
Que
hacemos nosotros normalmente en las mismas circunstancias? Oramos pidiendo a
Dios que lo sane. Es decir le pedimos a Dios que venga a vender y a repartir
las arepas.
Yo creo
que la diferencia entre Pedro y Pablo y nosotros hoy, radica en que mientras
ellos estaban seguros de la autoridad que poseían y la colocaba en acción, hoy
nosotros no creemos que seamos portadores del poder de Dios.
CONCLUSIÓN
¿Hasta
cuándo seguiremos actuando como huérfanos de poder?
El mundo
está esperando la manifestación de los hijos de Dios; ya Dios hizo lo que
le correspondía, le dio autoridad a su Hijo y lo envió al mundo; el Hijo vino
cumplió su misión y ahora le dio su autoridad a la iglesia y espera que
actuemos en su nombre colocando en acción el poder que nos ha dado.
Cuantos
cojos espirituales encontramos diariamente en nuestro camino; ellos esperan una
moneda, una medicina temporal, un alivio que en fin de cuentas cualquiera puede
dárselo; pero la Iglesia tiene la medicina eterna para su necesidad.
Hoy el
mundo necesitado está esperando que les digamos. De lo que tengo te doy, recibe
el poder de Dios.
Entonces
¿Seguiremos pidiendo que el Señor venga y realice el trabajo que nos mandó
hacer? O en obediencia al mandato ¿Actuaremos en su Nombre?
Por
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