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lunes, 18 de agosto de 2014

EN MI NOMBRE HARÁN



Texto Bíblico:

Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas, tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera no les hará daño, sobre los enfermos pondrán las manos y sanarán Marcos 16:17-18.


¿Cuál es el  significado de las palabras que dijo el Señor Jesús: en mi nombre? ¿Las colocamos hoy en acción?

En su ministerio terrenal el Señor Jesús enfatizó que las obras que él realizaba, le habían sido encomendadas por el Padre. Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. Juan 5:36.

Es  así que encontramos una delegación de trabajo de parte de Dios Padre a su Hijo. Cuando el Señor Jesús predicaba, enseñaba y sanaba lo hacía en nombre del Padre, en lugar del Padre. Os lo he dicho y no creéis, las obras que yo hago en nombre de mi padre, ellas dan testimonio de mí. Juan l0:25.


Ahora bien; encontramos que el trabajo que el Señor Jesús recibió del Padre, luego lo transfirió a su Iglesia; él recibió la misión de ser luz en medio del mundo: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12.

Es así que le transfiere ese trabajo a su Iglesia: Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Mateo 5:14.

Así como él actuó en nombre de su Padre, ahora envía a sus discípulos para que también lo hagan en su nombre. Así como el fue Luz del mundo, ahora dice que su Iglesia también lo sea; así como el vino para sanar a los enfermos, ahora nos envía a realizar la misma tarea. Y yendo predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios, de gracia recibisteis dad de gracia. Mateo 10:8.

 Cuando los discípulos regresaron, dijeron al Señor, aún los demonios se nos sujetan en tu nombre. Lucas 10:17. 

Es decir los discípulos, fueron enviados, para que hicieran el mismo trabajo del Señor Jesús, así entonces tenemos que la frase “en mi nombre” significa hacer un trabajo por encomienda de alguien, realizar una labor en lugar de quien nos envió, en este caso el Señor Jesús.

Ahora; cuando observamos el ministerio de Jesús, notamos que tenía periodos de oración:
En aquellos días él fue al monte y pasó la noche orando a Dios. Lucas 6:12.
Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. Marcos 6:46.

Y luego iba y ordenaba de acuerdo a las circunstancias:

Sucedió que estando él en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, el cual viendo a Jesús se postró con el rostro en tierra y le rogó diciendo: Señor si quieres puedes limpiarme.
Entonces extendiendo él la mano le tocó diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él. Lucas 5:12-13.
 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Si quieres puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó diciendo: Quiero, sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. Mateo 8:2-3.

En el Señor Jesús se cumplió a cabalidad la promesa: Mas tú cuando ores entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:6.

Los apóstoles vieron la manera como el Señor actuaba y cuando les llegó el momento de predicar  pusieron en acción lo que habían visto hacer al Señor Jesús. Ordenar.
Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Este cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro con Juan fijando en él los ojos, le dijo: Míranos
Entonces él estuvo atento esperando recibir de ellos algo.
Más Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando y saltando y alabando a Dios. Hechos 3: 1-8.

En otro ejemplo leemos: Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo quienes os anuncian el camino de salvación.
Y esto lo hacía por muchos días, mas desagradando a Pablo, este se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora. Hechos 16:16-18.

Observamos que en ninguna de las dos oportunidades ni Pedro ni Pablo oraron, sino dieron la Palabra.

Al mirar estos ejemplos nos surge  una pregunta ¿Cuándo se debe orar y cuando ordenar?
La respuesta está ligada a la misión que el Señor encomendó a su Iglesia.
 Oramos pidiendo en el nombre de Jesús lo que no tenemos; ordenamos en el nombre de Jesús para poner en acción el poder que ya tenemos.
Pedro dijo al cojo, de lo que tengo te doy; Pedro sabía que tenía poder y autoridad delegadas por el Señor Jesús, por lo tanto ese no era momento para orar sino para ordenar que la enfermedad huyera.

Uno de los problemas de la Iglesia hoy, es que no somos conscientes de lo que ya tenemos, no creemos lo que somos en Cristo Jesús.

Jesús enseñó: Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Marcos 11:23.

En este versículo Jesús utiliza la palabra “eipon” que traduce el ordenar, mandar; así entonces el texto lo podemos leer: Cualquiera que ordenare a este monte.
Cuando Jesús hizo la delegación de trabajo, significó que la tarea que él estaba haciendo, ahora se iba a multiplicar, pues cada creyente ahora tenía la autoridad para seguir realizándola. Por lo tanto es asunto de creer y actuar de acuerdo a las circunstancias.

Aclaramos el concepto por medio de un ejemplo:
Una persona crea una empresa para vender arepas de queso; él al comienzo va y vende el producto por las calles, pero ahora quiere ampliar el negocio y consigue empleados para que ahora realicen la labor de vender.

Les explica cómo hacerlo; a cada uno le da su provisión de arepas y les envía a vender. Supongamos que uno de los vendedores, ofrece el producto y cuando una persona pide una arepa, entonces llama al dueño y le dice: Jefe una persona quiere una arepa, por favor venga y se la entrega.

La respuesta que recibiría del patrón sería: Pero si para eso lo contraté, para que venda las arepas de queso. ¿Cómo es posible que pretenda que yo vaya y haga la tarea que le mandé?

¿Qué es lo que le corresponde hacer al empleado? Pues meter la mano al canasto y sacar la arepita y darla a quien la pide; si no hace eso es un empleado negligente.
Pablo fue una persona que comprendió la tarea que el Señor le había encomendado y actuaba con poder y autoridad. Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual fijando en él los ojos y viendo que tenía fe para ser sanado dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó y anduvo. Hechos 14:8-10.

Cuando el apóstol vio que esta persona, cumplía con los requisitos para ser sano, simplemente ordenó, dio la palabra y el milagro ocurrió.
Que hacemos nosotros normalmente en las mismas circunstancias? Oramos pidiendo a Dios que lo sane. Es decir le pedimos a Dios que venga a vender y a repartir las arepas.
Yo creo que la diferencia entre Pedro y Pablo y nosotros hoy, radica en que mientras ellos estaban seguros de la autoridad que poseían y la colocaba en acción, hoy nosotros no creemos que seamos portadores del poder de Dios.

CONCLUSIÓN
¿Hasta cuándo seguiremos actuando como huérfanos de poder?

El mundo está esperando la manifestación de los hijos de Dios;  ya Dios hizo lo que le correspondía, le dio autoridad a su Hijo y lo envió al mundo; el Hijo vino cumplió su misión y ahora  le dio su autoridad a la iglesia y espera que actuemos en su nombre colocando en acción el poder que nos ha dado.

Cuantos cojos espirituales encontramos diariamente en nuestro camino; ellos esperan una moneda, una medicina temporal, un alivio que en fin de cuentas cualquiera puede dárselo;  pero la Iglesia tiene la medicina eterna para su necesidad.
Hoy el mundo necesitado está esperando que les digamos. De lo que tengo te doy, recibe el poder de Dios.

Entonces ¿Seguiremos pidiendo que el Señor venga y realice el trabajo que nos mandó hacer? O en obediencia al mandato ¿Actuaremos en su Nombre?

Por

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