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sábado, 10 de agosto de 2013

Dios Quiere Prosperarte - LAS FINANZAS Y LA IGLESIA (II) - Lección 10



De dónde vino la abundancia increíble de que hablan los textos del Antiguo Testamento que hemos estudiado hasta aquí?

Vamos por partes. Los israelitas habían servido como esclavos a los egipcios durante cuatrocientos treinta años. Un esclavo no recibe salario. Toda la nación de Israel debía vivir miserablemente. Sus capataces los azotaban. Sus hijos estaban siendo asesinados.

Dios quería sacarlos con urgencia de la tierra de la esclavitud a la tierra de la abundancia. De la tierra de la escasez a la tierra que fluye leche y miel.

Estoy seguro de que Usted ha escuchado muchos sermones acerca del Éxodo: las plagas, la muerte del cordero, la sangre sobre las puertas, el cruce del Mar Rojo, etc.

También estoy seguro de que casi nunca habrá escuchado enseñar que el Dios que redimió y libertó a Su pueblo del cautiverio egipcio también se preocupó de que ellos NO estuvieran en pobreza y necesidad.


Veamos ahora Éxodo 3:21-22 Y YO DARÉ A ESTE PUEBLO GRACIA EN LOS OJOS DE LOS EGIPCIOS, PARA QUE CUANDO SALGÁIS, NO VAYÁIS CON LAS MANOS VACÍAS; SINO QUE PEDIRÁ CADA MUJER A SU VECINA Y A SU HUÉSPED ALHAJAS DE PLATA, ALHAJAS DE ORO, Y VESTIDOS, LOS CUALES PONDRÉIS SOBRE VUESTROS HIJOS Y VUESTRAS HIJAS; Y ASÍ DESPOJARÉIS A EGIPTO.

Amado, la redención de Egipto incluye prosperidad. Siglos después del Éxodo el salmista afirma que Dios LOS SACÓ CON PLATA Y ORO (Salmo 105:37)

Dios NO te ha liberado del pecado, el vicio y la maldición de servirle a Satanás para que te vayas con las manos vacías.

Egipto tuvo que pagarle a los miembros del pueblo de Dios por los años que éstos habían sido oprimidos. Du­rante siglos los israelitas vivieron esclavizados y arruinados,  pero Dios envió Su palabra y los sanó, Y LOS LIBRÓ DE SU RUINA (SALMO 107:20)

En Éxodo 12:36 está el cumplimiento de la escritura anterior: JEHOVÁ DIO GRACIA AL PUEBLO DELANTE DE LOS EGIPCIOS, Y LES DIERON CUANTO PEDÍAN; ASÍ DESPOJARON A LOS EGIPCIOS.

En el desierto no había tiendas, ni centros comerciales, ni agencias de viajes o venta de automóviles donde gastar el dinero. Por qué razón Dios insistió tanto en que su pueblo no saliera en pobreza, que no se fueran con las manos vacías?

Recuerde que Egipto era el imperio más grande del mundo. Las riquezas de todos los pueblos conquistados terminaban en las manos de los egipcios.

Durante siglos Egipto había acumulado los tesoros de todas las naciones, pero la Escritura afirma dos veces que el pueblo de Dios "despojó a Egipto".

Dios sabía que en el desierto habría necesidad de enormes tesoros para edificar el tabernáculo. Faraón lo ignoraba, Moisés lo ignoraba, el pueblo de Israel no lo sabía.

Pero Dios sabía, y decidió prosperar fabulosamente a Su pueblo para que éste hiciera la obra deseada por el Señor: el tabernáculo, una habitación para Su presencia y Su gloria

Literalmente los tesoros de naciones enteras fueron puestos en manos de los israelitas. Eso no debería sorprendernos. Es un principio de prosperidad que ya habíamos aprendido: LA RIQUEZA DEL PECADOR ESTÁ GUARDADA PARA EL JUSTO (Proverbios 13:22)

El mismo principio funcionó para la construcción del templo de Salomón. Durante cuarenta años el rey David tuvo victoria tras victoria sobre las naciones enemigas. Tomó el botín de innumerables reinos, llevó a Jerusalén toneladas de oro, plata y maderas preciosas.

El pueblo de Dios fue enriquecido despojando a los paganos.

Ahora Usted sabe de dónde salieron las joyas y telas finas que se utilizaron en el tabernáculo. Ahora Usted sabe de dónde salieron las toneladas de metales preciosos que requirió la edificación del Templo de Jerusalén.

Millones de impíos trabajaron, guerrearon y acumularon riquezas durante siglos sin saber que Dios tenía destinadas esas riquezas para entregarlas en manos de Su pueblo, para que ellos hicieran la obra que Él les ordenó, y la hicieran con abundancia.

Eso es totalmente justo. No son los egipcios, ni los filisteos, ni nadie más, los legítimos dueños de esos tesoros.

Dios los creó de la nada con Su palabra. Creó los elementos químicos y creó las condiciones necesarias para que el oro, la plata y las piedras preciosas se formaran en el seno de la tierra. Dios mismo afirma MÍA ES LA PLATA, Y MÍO ES EL ORO, DICE JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS (Hageo2:8)

En el Antiguo Testamento los israelitas se convirtieron en los banqueros de Dios. Otras naciones fueron empobrecidas para llevar abundancia a Israel y que el pueblo de Dios tuviera más de lo necesario para hacer la obra a que había sido llamado.

Esa es la razón por la que el primer libro de Samuel, capítulo 2 y versículo  7 afirma que: JEHOVÁ EMPOBRECE, Y ÉL ENRIQUECE; ABATE Y ENALTECE.

Empobrece a los rebeldes, a los paganos e incrédulos para enriquecer a Su pueblo.

Abate a los soberbios, para enaltecer a los que confían en Él y en Sus promesas

Será que esas promesas solamente eran válidas para el Antiguo Testamento? Pareciera que en nuestros días ocurre todo lo contrario a lo que leemos en estos textos.

Recuerde: Dios NO cambia. Su Palabra permanece para siempre. Él está buscando banqueros fieles, gente cuyo afecto esté en la obra del Señor, para empezar a hacer que el dinero de los injustos fluya hacia las manos de los creyentes.

Empiece ahora mismo a poner en práctica las leyes eternas de la prosperidad y Usted verá que estas Escrituras empiezan a cumplirse delante de sus ojos.

Continue con  la lección 11 Aquí >> Las finanzas de la Iglesia (IV)

Por Pacto-Nuevo



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