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domingo, 11 de septiembre de 2011

CAUTIVANDO, DERRIBANDO - DESTRUYENDO


Las armas del reino de Dios son espirituales y Dios las ha dado a la Iglesia para que contrarreste toda ignorancia espiritual que se opone al conocimiento de Dios.

El creyente que aprende a usar estas armas, será instrumento útil en las manos del Señor, pues por su intermedio el conocimiento de Dios correrá cada día.

La Victoria del Creyente se basa en Renovar su mente cada día con el Conocimiento de la Palabra de Dios y cambiar esos viejos argumentos anidados en ella que impiden vivir una vida plena a pesar de cualquier circunstancia que se atraviese.

En este Estudio Bíblico Veremos las bases Bíblicas para lograrlo y así empezar un camino de renovación espiritual en el terreno de Batalla : La Mente


2ª Corintios 10:3-5.-  3Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo

1.-  CAUTIVANDO  PENSAMIENTOS
 
Toda acción del hombre comienza en su mente, y de acuerdo al nivel de renovación de su entendimiento la mente producirá pensamientos, proyectos e intenciones espirituales productivas o improductivas.
La única forma de renovar la mente es por medio del conocimiento espiritual, de tal manera que a más conocimiento más renovación.
El apóstol Pablo divide la humanidad en dos clases. El hombre natural y el espiritual. 

1ª Corintios 2:14.-  14Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
15En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.

El hombre natural no entiende la sabiduría espiritual porque su entendimiento está en oscuridad; por esto juzga todas las cosas desde la perspectiva física, mientras el hombre espiritual posee la sabiduría espiritual y así está en capacidad de creer, entender y vivir por fe y para fe.

La Escritura habla de apresar pensamientos pues como nuestra mente estuvo en oscuridad, continua produciendo o es bombardeada con pensamientos de incredulidad; por esto ahora el creyente a medida que adquiere el conocimiento espiritual está en capacidad de poder juzgar que clase de pensamientos están en su mente; si es un pensamiento espiritual lo deja permanecer, pero si no lo es, lo cautiva y elimina inmediatamente.

Un pensamiento carnal es aquel que nos lleva a dudar de la obra perfecta de Jesucristo; impide la madurez del creyente; nos conduce a obras; impide el fortalecimiento de la fe; nos lleva a sentir desconfianza del amor de Dios y nos esclaviza en temor.

En cambio el pensamiento espiritual, conduce al creyente en madurez; fortalece su fe y lo lleva a depender exclusivamente de la obra perfecta de Jesucristo.

En el momento en que el creyente percibe un pensamiento carnal, debe hacer uso del poder de Dios que está en su vida y ordenar que salga de su mente. En el mismo instante que damos la orden el pensamiento es eliminado.

El cautivar un pensamiento no es asunto de largas oraciones o de pedir que otro ministre a su favor; es simplemente el ordenar con base en la autoridad de Dios que mora en el creyente. 

Tenga presente un pensamiento no es eliminado cuando Ud. da la orden, no es asunto de orar, es asunto de ordenar. Desafortunadamente al creyente se le enseña a orar pero no a ordenar y por esto nada sucede en su vida.

¿Por qué el creyente normalmente no ordena? Porque ordena el creyente que cree que está ya sentado juntamente con Cristo en lugares celestiales; ordena el creyente que cree que por la obra de Jesucristo está perfecto y santificado; sabe ordenar el creyente que cree que los principados y potestades están debajo de sus pies; ordena el creyente que sabe que es templo del Espíritu de Dios. (Vea el Estudio Biblico: Reinando en Vida)

Es tiempo que el creyente comience a ordenar, pues de lo contrario no se diferenciará del rezandero que se la pasa clamando para alcanzar misericordia y piedad, pues no cree en la obra de la cruz.

El creyente que tiene su entendimiento abierto sabe que ya Dios tuvo misericordia y por tanto ahora es más que vencedor por la fe en Jesucristo.

En la medida que el creyente cautiva todo pensamiento de tinieblas, tendrá una mente espiritual y podrá avanzar en perfección.

2.-  DERRIBANDO  ARGUMENTOS 

Otra área en que se debe usar las armas espirituales es en la derrumbamiento de argumentos o razonamientos que se levantan en contra del conocimiento de Dios.
Un argumento o razonamiento es una serie de conceptos dirigidos a demostrar una cosa o a persuadir a alguien.

Estos argumentos carnales son expresados en palabras y están diseñados para tratar de impedir la iluminación de las mentes de las personas.
Una persona manifiesta lo que cree por medio de sus palabras, estas palabras se convierten en argumentos por medio de los cuales defiende su manera de actuar.

Romanos 2:14-16.-  14Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Aquí encontramos la función que tiene un razonamiento, acusa o defiende.
Un razonamiento que procede de una mente cegada está basado en la sabiduría de los hombres y por lo tanto aleja al hombre de Dios; el razonamiento que procede de una mente espiritual está basado en la sabiduría espiritual por eso su resultado es el fortalecimiento de la relación con Dios. 

La persona que tiene su entendimiento renovado habla conforme a la palabra de Dios, mirando las cosas que no se ven y llamando las cosas que no son como si fuesen.
En el momento en que detectamos en nuestra boca palabras, argumentos que no son conforme a la verdad del evangelio debemos derribarlos, para que nuestra fe no sea debilitada.

Un creyente que dice: Dios le bendiga, debe derribar de su boca ese razonamiento porque no esta hablando conforme a la palabra, pues en ella encontramos que ya fuimos bendecidos con toda bendición espiritual. 

Efesios 1:3.-  3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.

El creyente que dice: Yo nací para ser un perdedor, debe destruir ese argumento, pues la escritura declara que en Cristo somos más que vencedores.

Romanos 8:37.-  37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

El creyente que ora para vencer al enemigo debe cambiar su confesión, pues está actuando en incredulidad, pues el príncipe de este mundo ya fue derrotado, por Jesucristo, y su victoria es nuestra victoria. 

14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.

El Creyente que dice No puedo Amar a esa persona esta ignorando lo que dice la Escritura en Romanos 5:5 : El amor de Dios Fue derramado en Nuestros Corazones Por el Espiritu que nos fue dado.

 El Creyente que dice "No Puedo" Ignora que la escritura dice : Todo lo Puedo en Cristo que me fortalece- Filipenses 4:13
 
Cada día somos llamados a derribar todo argumento contrario al conocimiento de Dios, así como hacemos con los pensamientos igual con las palabras.

Ordénese a sí mismo que nunca más va a declarar argumentos contrarios a la vida de Dios; y cuando alguien hable en su contra o en contra del reino de Dios palabras de ruina o destrucción, declárelas nulas por medio del poder de la palabra.

3.-  DESTRUYENDO  FORTALEZAS.
 
El tercer uso que debemos hacer de las armas espirituales es para destruir fortalezas.
Una fortaleza es la reunión de argumentos levantados en contra del conocimiento de Dios. 

Estas fortalezas pueden estar basadas en costumbres culturales o religiosas sin las cuales la persona piensa que no puede vivir. 

Cuando Pablo enseña el evangelio en la ciudad de Filipos, observamos que sus habitantes esgrimieron una fortaleza cultural para no aceptar el mensaje de la verdad.
Hechos 16:19-21.-  19Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.

Algunas personas piensan que la comunión con Dios está basada en sus costumbres culturales, y cuando ven que estas chocan con la verdad de Dios, deciden seguir en su cultura, en su ignorancia espiritual.
Otra fortaleza común es la religiosa. Un ejemplo lo encontramos en la ciudad de Corinto cuando Pablo predica allí el evangelio.
Hechos 18:12-13.-  12Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal, 13diciendo: Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.
Quienes están esclavos en esta fortaleza en este caso son personas judías quienes estaban guardando la ley Mosaica, pues pensaban que por medio de ella obtenían justificación.
Cuando Pablo expone allí el evangelio que le había sido revelado, inmediatamente chocó con los religiosos de Corinto, quienes concebían que solamente por medio de la práctica de las obras de la ley podían tener comunión con Dios.
Mientras el cautivar pensamientos es una práctica individual, personal, el destruir fortalezas es una lucha en la cual enfrentamos las creencias de la sociedad.
Estos fortalezas de las tinieblas deben ser destruidas por medio de la sabiduría espiritual, es una labor ardua pues la Escritura declara que los entendimientos de estas personas están cegados.

2ª Corintios 3:3-4.-   3Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

Existen dos bases sobre los cuales una persona puede tener su fe: La sabiduría humana que es la fortaleza de la religión o el poder de Dios que es el evangelio. Mientras la mente está llena de la sabiduría religiosa, no puede entender los misterios de Dios, es por esto que somos llamados a destruir toda fortaleza de religión por medio del poder de Dios.

Hoy al igual que en tiempos del apóstol Pablo, la fortaleza de la religiosidad está vigente y muchas personas están cautivas en ese castillo de ignorancia, pensando que por medio de ritos, obras y sacrificios agradan a Dios; y el problema de un persona religiosa es que se convierte en un orgulloso espiritual que mira por encima del hombro a su prójimo, pues se considera como el más santo y justo de la tierra.
La fortaleza de la religión se hace aparecer a sí misma como el único medio para llegar a Dios y considera hereje y apóstata a todo aquel que no se circunscribe a su dominio.
Pero esa fortaleza no es inexpugnable, pues el reino que le ha dado su existencia ya fue derrotado por Jesucristo en la cruz. 

Colosenses 2:15.-  15y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Ya el príncipe de este mundo fue despojado de su reino y por tanto el creyente puede ahora saquear su derrotado reino.
En la medida que el creyente aprende la sabiduría espiritual, su mente es renovada y se torna en un instrumento útil en las manos del Señor para la destrucción de toda fortaleza religiosa, política o social que se levanta en contra del conocimiento de Dios.
Todo creyente que pertenece al Nuevo Pacto tiene la labor de cautivar pensamientos, derribar argumentos y destruir toda fortaleza que se levanta en contra de las buenas nuevas del evangelio.

Ya Dios ha dado las armas a la Iglesia, debemos es usarlas en fe.
Recuerde cerca de Ud. está la palabra de fe, en su boca y en su corazón y en el momento en que ordene en fe, lo que diga, será hecho.

Por Mario Pombo

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