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lunes, 29 de noviembre de 2010

Tranformandonos a La Misma Imagen de Cristo


2ª Corintios 3:12-18.-
1.-  EL  VELO  ANTIGUO  TESTAMENTARIO.
Cuando Moisés recibió la ley en el monte Sinaí, el pueblo decía que su rostro tenía un resplandor especial al cual no podían mirar, por esto entonces cubrió su rostro para que el pueblo no se diera cuenta que el resplandor de su rostro se iba apagando ya que era pasajero.
Precisamente porque tenemos esta esperanza, hablamos con toda libertad. No hacemos como Moisés que se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no vieran que aquel resplandor se iba apagando. 2ª Corintios 3:12-13.
La gloria pasajera en el rostro de Moisés nos demuestra simbólicamente la temporalidad de la ley mosaica; por esto dice Pablo:
Y si fue glorioso lo que había de terminar por apagarse, mucho más glorioso será lo que permanece para siempre. 2ª Corintios 3:11.
Algunos argumentan que era la ley Mosaica la que llegaría a su final más no los diez mandamientos; pero encontramos que cuando Pablo habla de lo que habría de terminar se está refiriendo a los mandatos grabados en piedra, es decir los diez mandamientos.
Esta ley grabada en letras sobre tablas de piedra, vino con tal resplandor que los israelitas ni siquiera podían mirar la cara de Moisés a causa de su intenso brillo. Sin embargo aquel resplandor había de terminar por apagarse. 2ª Corintios 3:7.
¿Qué mandatos fueron escritos en piedra?
Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos y los escribió en dos tablas de piedra. Deuteronomio 4:13.
Entonces alguien pregunta. ¿Si no están vigentes los diez mandamientos, por cuál ley debemos regirnos? La respuesta es por la ley de Cristo, la ley del amor.



1.-  EL  VELO  QUITADO.-
Moisés tenía el velo de la ley sobre su rostro al igual que todo el pueblo de Israel el cual les impedía entender los propósitos de Dios.
Pero ellos no lo entendieron así, y todavía ahora, cuando leen el antiguo pacto, ese mismo velo les impide entender, pues no les ha sido quitado, porque solamente se quita por medio de Cristo.
Hasta el día de hoy, cuando leen los libros de Moisés, un velo cubre su entendimiento. 2ª Corintios 3:14-15.
Hoy, al igual que ayer quien sigue intentando justificarse por medio de las obras de la ley, está imposibilitado de tener comunión con Dios, ya que por las obras ninguna persona puede justificarse delante de Dios, esto se logra solo por la fe en Jesucristo quien es el mediador entre Dios y el hombre.
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Gálatas 2:16.
Cuando el entendimiento está cerrado, se utilizan las Escrituras para apoyar las obras y sacrificios religiosos, permaneciendo en tradiciones como el pueblo de Israel por causa del velo que cubre su entendimiento.
Solamente hay una manera de alcanzar la libertad del yugo de las obras, de la religiosidad y de la tradición, es el creer en la obra de Jesucristo.
Pero cuando una persona se vuelve al Señor, el velo se quita. Porque el Señor es el espíritu; y donde está el espíritu del Señor hay libertad. 2ª Corintios 3:16.
La libertad es la evidencia que posee la persona que en verdad está en Cristo, pues así vive sin ningún velo sobre su rostro, caminando cada día en madurez y perfección.
2.-  RESULTADOS  DE  HACER  A  UN  LADO  EL  VELO.-
Cuando una persona ha hecho a un lado la religiosidad de las obras y aprende a vivir por fe creyendo en los resultados de la obra de Jesucristo, su vida cada día es transformada en la imagen del Señor.
Por lo tanto los cristianos no tenemos el rostro velado y reflejamos la gloria del Señor cual claros espejos. Y el espíritu del Señor nos va transformando y cada vez nos vamos pareciendo más al Señor. 2ª Corintios 3:18.
Mientras en el Antiguo Pacto el pueblo solamente podía conformarse con mirar la gloria pasajera en el rostro de Moisés, hoy todo creyente tiene el privilegio de tener en su vida la gloria de Dios; en el pacto imperfecto el pueblo era espectador, hoy en el pacto eterno el pueblo es actor del programa de Dios.
Ahora: ¿Qué significa el parecernos más al Señor?
Dios es amor, y ser transformados cada día más en su misma imagen significa crecer cada día más en amor, es decir practicar el amor.
Aquí es necesario establecer la diferencia: Mientras un religioso hace buenas obras para tratar de justificarse ante Dios; el creyente hace buenas obras como resultado de su justificación por la fe, porque en su vida ha sido derramado el amor de Dios.
Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5.
NO HACEMOS BUENAS OBRAS PARA ALCANZAR COMUNION CON DIOS,
SINO COMO RESULTADO DE TENER COMUNION CON DIOS.
Un creyente hace buenas obras porque le nace, no por obligación; el deseo e obrar de esta forma lo produce el Espíritu de Señor quien mora en nuestra vida.
Mientras el religioso obra por temor, el creyente decide vivir en amor por libre decisión.
Por otro lado tengamos en cuenta que EL AMOR DE DIOS EN NUESTRA VIDA NO SE MUESTRA POR MEDIO DE MILAGROS, SINO POR MEDIO DE LA PRACTICA DEL AMOR, porque Dios mostró su amor hacia el hombre no sanando a los enfermos, sino enviando a su Hijo para morir por el mundo.
Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, CRISTO MURIO POR NOSOTROS. Romanos 5:8.
Por esto en este día permitamos que el Espíritu del Señor nos continúe transformando, para que por medio de nuestras acciones las personas que nos rodean puedan ver el amor de Dios hacia sus vidas; permitamos que nuestro ser sea el canal por el cual Dios puede tocar la vida necesitada de nuestro prójimo; que nuestra vida sea la evidencia máxima de la existencia del amor de Dios.
Siga disfrutando en este momento de la libertad de vivir en amor.
Por Mario Pombo

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