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jueves, 1 de mayo de 2014

UN ACCESO A LA BENDICION MUNDIAL : ABRAHAM

Sabemos que el autor y dueño de toda bendición es el mismo Dios; y una de esas bendiciones que El  dió al  ser humano cuando lo creó fue la de administrar la tierra y sojuzgarla, pero el hombre tomo la decisión de vivir separado de Dios, y como consecuencia pierde esta autoridad delegada de ser  señor de la creación terrestre convirtiendose en un esclavo; pero en ese mismo instante  Dios inicia la busqueda de un hombre para convertirlo en un acceso de bendición para el mundo.

Este hombre tenia que ser  ante todo una persona de fe; debía creer y creerle a Dios; y ante todo  dependiente de Dios; es cuando  Dios  halla a Abraham.

Estudiamos como esta bendición continua vigente en el día de hoy para la Iglesia.


PACTO DE DIOS CON ABRAHAM.
Para que Abraham fuera el acceso a esa  bendición, Dios establece  un pacto con él, por medio del cual Dios promete en darle bendición y en hacerlo bendición.
Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo,  y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.  Génesis 22:15-18.
Ahora bien, por la fe de Abraham,  Dios se compromete a convertir su simiente en bendición para todas las naciones de la tierra; esta promesa cubre todas las areas: económica, espiritual, de salud, de multiplicación y mucho mas. La bendición llegaría por medio de su simiente, es decir del hijo de la promesa: En este caso de su hijo Isaac. De esta forma se cumplió la primera parte del plan de Dios: Abraham fue ese acceso de bendición para el pueblo de Israel (considerado como la descendencia física de Abraham).

LA SEÑAL DEL PACTO.
Usualmente cuando  Dios hace un pacto con el hombre, es colocada una señal física, para el caso del pacto abrahámico la señal física fue la circuncisión.
Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.  Génesis 17:9-11.
Esta señal física  marcaba una diferencia entre Israel y las demás naciones de la tierra; si alguna persona deseaba participar de las bendiciones prometidas por Dios a Abraham debía unirse al pueblo de Israel y poner en su cuerpo la señal del pacto, es decir circuncidarse.
Antes de la venida del Señor Jesucristo a la tierra, la bendición de Dios estuvo concentrada en el pueblo de Israel.

EVIDENCIAS DE LA BENDICIÓN DEL PACTO.
En todo el Antiguo Testamento podemos ver una y otra vez la causa por la cual Dios bendijo al pueblo de Israel; no era por la justicia o rectitud del pueblo; ellos eran bendecidos en razón del pacto que Dios había establecido con Abraham.

  • LIBERTAD DE LA ESCLAVITUD
Porque tu eres pueblo santo para Jehová tu Dios;  Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial,  más que todos los pueblos que están sobre la tierra.
No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido,  pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó,  y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres,  os ha sacado Jehová con mano poderosa,  y os ha rescatado de servidumbre,  de la mano de Faraón rey de Egipto. Deuteronomio 7:6-8.
Primera cosa que debía recordar el pueblo de Israel: Ellos fueron liberados de la esclavitud no por ser más que los demás pueblos de la tierra, porque eran un pueblo insignificante; ellos fueron liberados del yugo del Faraón para confirmar el pacto que Dios hizo con Abraham.

  • PROMESA DE PROSPERIDAD
Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se multipliquen y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre… y digas en tu corazón: mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Deuteronomio 8:11-14,17-18.
Dios anuncia al pueblo de Israel que una vez entren en Canaán serán prosperados, sus animales se multiplicarán y su plata y su oro se aumentarán; pero les recuerda una segunda cosa: no debían pensar que habían enriquecido por su sabiduría o por sus obras, sino que les recuerda que él les prospera para confirmar el pacto que hizo con Abraham; el pueblo de Israel no tendría que hacer ningún otro pacto para recibir prosperidad, esa provisión ya estaba establecida en el pacto que Dios había hecho con el padre de la fe.

  • PROMESA DE TENER UNA TIERRA
No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja delante de ti.
No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Deuteronomio 9:4-5.
La tercera cosa que no debía olvidar el pueblo de Israel, es que ellos entraban a poseer la tierra de Canaán, no por su justicia ni mucho menos por la rectitud de su corazón, ellos serían propietarios de esa tierra por dos razones: Los pueblos que moraban en ellas habían llegado al colmo de su maldad, por lo tanto el juicio de Dios venia sobre ellos y en segundo lugar para confirmar la palabra que él había jurado a sus padres. Génesis 15:16.
Podemos concluir que todas las bendiciones que Dios dio al pueblo de Israel fue en razón del pacto que él realizó con Abraham, de esta manera el orgullo del pueblo queda descartado.
Importante el tener en cuenta que Moisés en ningún momento le dijo al pueblo que ellos habían recibido libertad de la esclavitud, prosperidad o una tierra con base al cumplimiento de la ley mosaica;  no; él les advierte una y otra vez que es por causa del pacto establecido con sus padres.

EN CRISTO LA BENDICIÓN DE ABRAHAM LLEGA A LOS GENTILES.
Cuando estudiamos el tema de la bendición de Abraham, nos surge la pregunta y ¿qué tiene que ver la Iglesia con el tema?
En el pacto que Dios hizo con Abraham, allí le promete que su simiente será  bendición a todas las naciones; por medio de la descendencia física de Abraham (Isaac) la promesa tuvo parcial cumplimiento  para el pueblo de Israel, ¿de qué manera la promesa tendría pleno cumplimiento a todas las naciones? Por medio de la obra de Cristo Jesús.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Gálatas 3:13-14.
Vemos en estos versículos, que la bendición que Dios prometió a Abraham, no quedó en el olvido, sino que cobró vigencia por medio de Cristo Jesús (simiente real de Abraham).
La obra de Cristo Jesús, hizo a un lado la ley que separaba a judíos y gentiles, e impedía que la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles.
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Efesios 2:13-16.
Antes de Cristo Jesús, los gentiles éramos ajenos a los pactos de la promesa; si un gentil quería participar de la bendición, debía convertirse al judaísmo y circuncidar su cuerpo para tener la señal del pacto de Dios con Abraham; pero ahora en Cristo se cumple la segunda parte del plan de Dios, para esto la pared de la ley fue quitada y los gentiles que creemos en la obra de Jesucristo participamos de la bendición abrahámica; hoy por medio de la Iglesia las naciones son bendecidas por Dios.

LOS QUE CREEMOS EN CRISTO JESÚS SOMOS HIJOS DE ABRAHAM.
Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed por tanto que los que son de fe, éstos hijos de Abraham. Gálatas 3:6-7.
¿Por qué si no somos descendientes físicos de Abraham, la Escritura nos dice que somos sus hijos?

CRISTO ES LA VERDADERA SIMIENTE DE ABRAHAM.
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a sus simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno. Y a tu simiente la cual es Cristo. Gálatas 3:16.
Isaac fue la simiente física de Abraham y Cristo es la simiente espiritual de Abraham; por esto la Iglesia de Jesucristo es la simiente espiritual de Abraham y por lo tanto la portadora actual de las promesas contenidas en el pacto hecho por Dios con el padre de la fe.

LA SEÑAL DEL PACTO.
En el pacto hecho por Dios con Abraham se nos dice que todo descendiente debía tener la señal de la circuncisión, como evidencia que pertenecía al linaje del patriarca. ¿Tiene la Iglesia dicha señal para ser descendiente de Abraham?
Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior y la circuncisión es la del corazón, en espíritu; la alabanza del cual no viene de loa hombres sino de Dios. Romanos 2:28-29.
Toda persona que desee ser heredero de la promesa necesita la señal de la circuncisión; la circuncisión física era solo un símbolo de la circuncisión espiritual que hace directamente Dios por medio de su Espíritu.
¿En que momento es circuncidado el creyente?
En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo. Colosenses 2:11.
Como el Señor era el representante de la humanidad, cuando el murió, todos morimos y cuando resucitó, todos  resucitamos en él; de la misma manera cuando el Señor fue circuncidado físicamente a los ocho días de nacido, todos fuimos circuncidados en él, y se hace realidad esa circuncisión en el momento en que creemos y aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor.
La verdadera circuncisión es la del corazón, así cumplimos la condición para ser herederos de la promesa hecha a Abraham.
Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa. Gálatas 3:28-29.

CONCLUSIÓN.

Hoy no somos mendigos de bendición, sino fuente de bendición porque en nosotros se cumple el propósito de Dios de la bendición abrahamica: Te bendeciré y serás bendición.
Dos cosas fundamentales para tener en cuenta: El por qué somos bendecidos y para que somos bendecidos.
Somos bendecidos no por nuestras obras de justicia, somos bendecidos por nuestra fe en la obra de Cristo Jesús y segundo a Dios le ha placido hacernos receptores de toda bendición para que seamos hoy la puerta de bendición a las naciones.
Ya Dios estableció el pacto de bendición, no necesitamos hacer ningún otro pacto; al creer en Cristo Jesús hacemos parte de la simiente de bendición, por lo tanto lo que necesitamos es creer quiénes somos y cumplir con la misión que nos ha sido encomendada: ser bendición al mundo.
Que nuestro entendimiento sea abierto para que comprendamos la voluntad de Dios, y contrarrestemos la maldición imperante en el mundo por medio de la bendición que Dios ya nos ha dado.

Por

Pacto Nuevo

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